El papel de los pagos con tarjeta contra la evasión fiscal en Latinoamérica
1 de Noviembre, 2016 - América Latina
Pese a todo, el pago en efectivo sigue siendo el más recurrente en Latinoamérica.
Una de las consecuencias directas de dejar de lado el dinero en efectivo y pasarse al uso de las tarjetas es, sobretodo, la comodidad. El hecho de no necesitar llevar la cantidad suficiente de dinero en la cartera para nuestras necesidades, disponiendo de un límite infinito -siempre dependiendo de nuestras posibilidades financieras- es algo que, como quién dice, no se paga con dinero.
Cuestiones de bancarización y estandarización de los recursos bancarios a un lado, una de las consecuencias directas de abandonar el efectivo es la de un mayor control de la evasión fiscal. En otras palabras, las tarjetas de crédito son las mayores enemigas de este fenómeno financiero.
Ocultar dinero en efectivo es relativamente fácil ante los ojos del fisco. El uso de los pagos electrónicos obliga a registrar todas y cada una de las transacciones realizadas y, por tanto, tener un control de todos los movimientos y el dinero que se está transaccionando. El pago de impuestos, la recaudación final más afectada por este fenómeno, deja de percibir cifras en millones de dólares. Según CEPAL, el último registro anual que corresponde a 2015, apunta a que sólo en ese año la evasión alcanzó los 340.000 millones de dólares. O lo que es lo mismo: el 6,7% del PIB de Latinoamérica.
Después de todo y en declaraciones a EFE en Panamá, el presidente de Visa para Latinoamérica Eduardo Coello explicó que "el efectivo sigue siendo el principal medio de pago en Latinoamérica, con las ineficiencias que esto conlleva. Las transacciones en efectivo tienen menos probabilidades de pagar impuestos".
Si observamos las cifras, sólo el 4% de las operaciones realizadas en México son a través de una tarjeta. El 1% en Perú o el 15% en Brasil. En conjunto, algo más del 80% de las operaciones realizadas en Latinoamérica huyen de las tarjetas. Menos de la mitad de los ingresos de las entidades financieras en la zona corresponden a pagos digitales; en el caso de VISA, de los 900.000 millones que mueve al año, algo más de 300.000 son de este modo de pago.
En este punto, una participación gubernamental proactiva es esencial. Leyes que obligan a los empleados de empresas públicas y privadas a percibir una parte o la totalidad de los salarios en una cuenta bancaria serían esenciales en este contexto. En última instancia, serían los más beneficiados por estas medidas que, aunque de alto coste al principio, reciben un feed back mucho mayor. Como reitera Couello en esas mismas declaraciones, a fecha de hoy, "el Gobierno está empezando a ver que la recaudación adicional por la formalización de la economía ya cubre el costo que tuvo inicialmente la devolución de esos impuestos".
Una gran oportunidad entre manos
Todo este tiempo perdido lejos de convertirse en un lastre a largo plazo puede tomarse como una de las oportunidades para un futuro cercano. Las regiones de Latinoamérica aún por bancarizar y en proceso de adopción del uso de las tarjetas de crédito, pueden sumarse al futuro financiero desde el futuro precisamente.
A la espera de convertirse en una tecnología estandarizada en Europa y Estados Unidos, los recursos NFC es más algo de hoy que de mañana. Las tarjetas tienen los días contados y darán paso a los pagos por radiofrecuencia. Sus consecuencias, todas positivas, se verían directamente en uno de las preocupaciones mayores de los futuros usuarios: la seguridad de los métodos de pago digitales. Y, como derivado de esto, en la mejor fiscalización de todo el capital circulante.
Fuente: Hipertextual.com
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