En España hay 46,5 millones de habitantes, y 49,88 millones de tarjetas de crédito. Cada español, por tanto, tiene más de una tarjeta, una proporción sin precedentes que identifica un nuevo patrón de consumo, que está conectado con la recuperación y que, además, alegra a los bancos.
Según los datos ofrecidos por el Banco de España (BdE), el número de tarjetas de crédito en circulación se disparó en el primer trimestre hasta 49,88 millones. Esta cifra no sólo no tiene precedente en España, sino que supera en 5 millones la registrada en el pico previo al estallido definitivo de la crisis, cuando se registraron en España los 45 millones de tarjetas en 2008.
Y aún hay otros datos que reflejarían la auténtica dimensión de esas casi 50 millones de tarjetas: en contraste con su evolución, desde 2003, el número de tarjetas de débito ha caído en 7,4 millones y desde 2008 ha bajado en 5,6 millones de tarjetas. Así, el volumen total se sitúa en los 25,97 millones de tarjetas, casi la mitad que el ‘plástico’ a crédito, una brecha sin precedentes.
“Cada vez hay más tarjetas de crédito porque te dan la opción de sacar a débito también. Además, hay muchos operadores que, sin cambiar de banco, te ofrecen una tarjeta de crédito”, explica Pau Montserrat, economista de FuturLegal.com. Con él coincide Verónica López, economista de Analistas Financieros Internacionales (AFI): “Los bancos tienen mayor gama de tarjeta de crédito asociadas a programas de fidelidad, a distintos grados de loyalty o a esquemas”.
Por su parte, Simón Pérez, director académico de Escuela Internacional de Administración y Finanzas (EIAF), explica el aumento del número de tarjetas por la evolución del método de pago. “Actualmente se está desarrollando ampliamente el crédito porque la economía se está recuperando, pero venimos de un momento complicado y los tipos de interés tan bajos generan percepción de ‘facilidad crediticia’”, explica Pérez.
En este sentido, apunta que hay que tener en cuenta que “el interés de la banca en crecer en crédito al consumo, de margen completísimo y porcentaje de impagos relativamente bajo es mayor que el del usuario”. Así, resalta que el saldo aplazado en muchas tarjetas supera un interés del 20-25%, “rozando casi la usura”.
A pesar del crecimiento de tarjetas de crédito de los últimos años, en total hay en España 75,8 millones de tarjetas, medio millón menos que en 2008. Sin embargo, el número de clientes de tarjeta no ha dejado de crecer, algo que se puede explicar con la concentración bancaria.
Recuperación Económica
La mejora económica es una de las causas del incremento de tarjetas de crédito. “Para acceder a un crédito es necesario contar con un mínimo de capacidad económica, que en estos año se está recuperando”, asegura Francisco Sanz, responsable de servicios financieros de Ibercaja.
El consumo privado en España está repuntando, aunque, tal y como matiza López, en España el recurso a la financiación con tarjeta de crédito “no ha sido relevante, si lo comparamos con EEUU o algunos países de América Latina”. Además, apunta que en España muchas veces se hace uso de la tarjeta de crédito en su modalidad de débito.
“Dicho esto, la irrupción de nuevos emisores de tarjetas de crédito seguro responde a este aspecto en nuestro mercado”, señala la economista de AFI. Lo interesante, además de la evolución del parque de tarjetas, es el uso que de ellas se hace, añade.
Por encima de las posibilidades
Ante esta situación, la pregunta que hay que hacer es: ¿se está alimentando la recuperación del consumo privado a base de crédito como ocurrió antes de la crisis? “El problema llega cuando se vive con un crédito irresponsable”, explica Pau Montserrat. Para algunas familias, una tarjeta de crédito bien usada supone una gran ayuda, “pero si la saben usar y lo hacen con prudencia”.
Por esto, la educación financiera para un uso responsable de la tarjeta se hace imprescindible. “Los bancos no enseñan a los usuarios a usar este producto. Y aquí sí que estamos igual que antes de la crisis”, explica el economista de FuturLegal.com.
Simón Pérez, de EIAF, explica que los bancos están haciendo campañas de colocación “y las familias vuelven a endeudarse”. No obstante, matiza que más que por encima de sus posibilidades, “asumen que la situación actual se mantendrá, pero no tiene que ser siempre así”.
Para el responsable de servicios no financieros de Ibercaja, el incremento de tarjetas de crédito no es una vuelta al pasado reciente. “Debemos tener en cuenta que nuestros hábitos de comportamiento han cambiado mucho en estos últimos años. El comercio electrónico ya es algo habitual y para todo esto necesitamos una tarjeta”, explica. Y añade que la tarjeta de crédito es la llave de acceso a los nuevos servicios “que se han hecho imprescindibles”.
El negocio de los bancos
El repunte en las tarjetas de crédito también responde a que los bancos ven en este producto un negocio. Los intereses que tienen estas tarjetas si el usuario paga a plazos se mueven entre el 20% y el 25%, con lo que el pago final con intereses puede superar incluso el importe del crédito consumido. “Este es el peligro de esta tarjeta: no saber utilizarla”, reitera Montserrat. Por esto, insiste en la importancia de saber la cuota y cuánto tiempo se va a estar pagando esa deuda. La tarjeta de débito que no da ningún negocio adicional al banco. “Una tarjeta de crédito bien gestionada por la sucursal banco da muchos ingresos recurrentes”, apunta Montserrat.
Los atributos adicionales que tienen las tarjetas de crédito sobre las de débito, además del recurso a financiación, es toda la oferta de fidelización que incorpora, en función de las alianzas alcanzadas por la entidad bancaria con terceros (puntos, millas, descuentos, devolución de pagos, etc.).
Simón Pérez, director académico de EIAF, explica que las tarjetas de crédito son su negocio frente al riesgo de operaciones a largo plazo y a la financiación a pymes. “Antiguas operaciones de préstamos se conceden hoy como créditos”, señala y añade que “estamos en la época del ‘revolving’, disponer de saldos amortizados”.
Para Pérez, en términos de consumo personal “está muy bien, pero supone no reducir el endeudamiento a largo plazo y en muchos casos sí pagar sobre los intereses, son operaciones de inversión para las entidades a tipo de interés compuesto”. El académico puntualiza que lo que es muy elevado son los tipos de interés.
Con todo ello, lo que hacen los bancos es “obligar” a los clientes a tener una tarjeta de crédito para tener bonificaciones en otros productos como cuentas sin comisiones o en las hipotecas. “Son productos que se vinculan a la contratación de otros productos. No es que sea más barato”, apunta Pau Montserrat. La mayor ventaja para el usuario es que hay acceso a un dinero rápido, que con la de débito no se tiene.
Según Verónica López, el control del gasto y el sobreendeudamiento son los riesgos asociados al mal uso y a la desinformación de un medio de pago con recurso a la financiación, como es el caso de las tarjetas de crédito. Simón Pérez alerta de que si se financia el consumo a corto y se dilata el pago a largo plazo se pagan muchos intereses
“El cliente puede verse en una situación de bloqueo de crédito debido a las altas tasas crediticias y tendrá que refinanciar y pagar aún más interés sobre el interés no pagado. Si mantiene una deuda 3 o 4 años habrá pagado 2 veces la lavadora”, ejemplifica el director académico de la EIAF.
Fuente: Bolsamania.com
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