En España la tarjeta se usa el triple para pagar directamente las compras en negocios que para disponer de efectivo en los cajeros, mientras que el cheque se ha convertido en residual en una década.
El gesto de sacar el teléfono y acercarlo al POS para pagar la compra en el supermercado ha dejado de ser insólito para convertirse algo casi tan habitual como usar la tarjeta de crédito. Más de tres millones de clientes del BBVA, por ejemplo, se relacionan con el banco solo a través del móvil (30% más que en diciembre), mientras que en lo que va de año Abanca ha visto incrementarse un 48 % las operaciones a través de este dispositivo.
La irrupción de la tecnología en las finanzas domésticas está transformando los hábitos de los ciudadanos, hasta el punto de que el efectivo está cediendo la corona a las transacciones electrónicas. Así lo confirma, por ejemplo, la estadística del Banco de España sobre sistemas de pago, que recoge que durante el 2016 las tarjetas se usaron más del triple para hacer compras que para sacar efectivo de los cajeros.
De hecho, durante el pasado año se contabilizaron casi 3.046 millones de operaciones de compras a través de los terminales POS de los negocios (tiendas, restaurantes...), un 13,5 % más que en el ejercicio anterior y nada menos que 23 veces más que el incremento que en el mismo período experimentaron las retiradas de efectivo realizadas en los cajeros automáticos (924 millones de operaciones, lo que supone una subida del 0,58 % interanual).
Y si el número de pagos electrónicos fue mayor, también lo fue su importe, comparado con el efectivo dispuesto, ya que mientras que el primero sumó 124.406 millones de euros (un 10,75 % interanual más), el metálico retirado de cajeros se quedó en 118.275, menos de un 3 % de crecimiento.
La tendencia vuelve a repetirse este año en lo que a número de pagos a través de POS se refiere, ya que -según la misma estadística oficial- en el primer trimestre se contabilizaron casi 777.500 operaciones, un 13 % más que entre enero y marzo del 2016. Por contra, las retiradas de efectivo no avanzaron ni siquiera un 1 %, quedándose en 215.506, es decir, tres veces y media menos que los abonos con POS.
También las cuantías que se movieron en pagos electrónicos fueron superiores en el trimestre a las retiradas del cajero, pues en el primer caso rebasaron los 30.300 millones de euros (un 9 % más interanual) y en el segundo se quedaron 3.000 millones por debajo, en 27.387 millones. El incremento porcentual del dinero dispuesto en metálico fue del 2,95 %, es decir, que las compras con tarjeta se dispararon, de nuevo, el triple.
En el 2002 los pagos electrónicos no llegaban al millón de operaciones, y desde entonces no han dejado de crecer, registrando en el 2007 su mayor incremento porcentual, de casi el 16,5 %. Tras el frenazo de la crisis -en el 2012 apenas subieron el 0,83 %-, el pasado año recuperaron el doble dígito.
Tarjetas de crédito, imparables
Los consumidores están abrazando el dinero «de plástico» y dándole progresivamente la espalda al dinero «en papel». En el primer trimestre del año había en circulación en España casi 76 millones de tarjetas bancarias, de las que casi 50 eran de crédito y los 26 restantes de débito.
De hecho, la proporción se ha invertido paulatinamente desde el 2000, y los plásticos de débito han pasado el testigo a los de crédito, cuyo crecimiento interanual hasta marzo casi cuadruplicaba el de los primeros. La explicación está, principalmente, en la estrategia comercial de la banca: dado sus estrechos márgenes, debido a los tipos cero, colocan preferentemente a sus clientes tarjetas de crédito, por las que cobran comisiones -aunque el primer año, como reclamo, suelan ser gratis- y también pueden cargar intereses si el cliente aplaza los pagos.
Frente al ascenso de las nuevas formas de pago, está menguando el parque de cajeros automáticos que, lejos de los incrementos (por encima del 6 %) del arranque del siglo, en el estreno del 2017 cayó casi un 2 %, hasta los 49.382. Por contra, el número de TPV avanzó un 5,4 %, rebasando los 1,7 millones.
Otro indicador de que los hábitos están cambiando irreversiblemente es el residual uso de los cheques, que hasta junio apenas supusieron el 2,41 % de las operaciones realizadas, mientras que la parte del león de las transacciones electrónicas (casi el 68 %) correspondieron a pagos domiciliados, seguidos de transferencias (casi el 30 %).
Fuente: La Voz de Galicia, España
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