En la posguerra dominó el keynesianismo. A partir de la década de los años 80, el modelo neoliberal.
La caída del Lehman Brothers y la debacle financiera de 2008 abrieron un agujero en esta visión hegemónica de la economía, pero a más de cuatro años de la crisis el mundo sigue a la deriva en búsqueda de un nuevo modelo, y es probable que en el Foro Económico Mundial que se celebra esta semana en Davos, Suiza, tampoco se encuentre la respuesta.
Es que las señales de esta búsqueda son diversas y contradictorias:
- Estados Unidos ha puesto el acento en una recuperación fabril y una limitación de su dependencia importadora.
- China está en una transición de un modelo centrado en la exportación y la mano de obra barata a otro más basado en el consumo.
- El flamante gobierno de la tercera economía mundial, Japón, ha apostado a un estímulo fiscal mientras que la presidenta electa de Corea del Sur, una conservadora, ha centrado su mensaje electoral en la búsqueda de un sistema más equitativo y menos apoyado en las corporaciones.
- En Europa reinan los programas ortodoxos de austeridad, pero hay un fuerte movimiento de protesta que busca una alternativa al ajuste permanente.
- En América Latina, desde Venezuela, Bolivia y Ecuador hasta Argentina y Brasil se ha consolidado el abanico más radical de propuestas alternativas al discurso neoliberal.
Pero según el catedrático de economía comparada de la Universidad de Cambridge Gabriel Palma, estos tanteos en diversas partes del planeta no conforman un nuevo modelo.
"La hegemonía del sector financiero sigue siendo la misma que antes de la caída del Lehman Brothers. Mientras no se modifique esta hegemonía no se puede hablar de nuevo modelo", le indica a BBC Mundo.
"Hagan juego"
En el centro de la visión neoliberal que desplazó al keynesianismo de la posguerra se encontraba una programa de privatizaciones, liberalización comercial y desregulación consagrada a principios de los 90 en el famoso Consenso de Washington.
El resultado de este credo fue la financiación de la economía basada en una explosión de lo que en inglés se denomina con la sigla FIRE (Financiamiento, Seguros y Sector Inmobiliario) que ha crecido tanto en proporción al Producto Interno Bruto (PIB) como en detrimento de la economía productiva.
"Las grandes corporaciones tienen ramas financieras que con frecuencia generan más ganancias que lo que las empresas producen y venden. El caso de General Motors es emblemático. Entre otras actividades financieras, la empresa llegó a invertir en el mercado hipotecario. Esta creciente importancia del sector financiero produce un desplazamiento del sector productivo", subraya Palma.
"En vez de invertir en la producción - añade - se lo hace en productos financieros que ofrecen ganancias a corto plazo".
El precio de esta creciente hegemonía del sector financiero es una gigantesca acumulación de deuda personal, municipal, nacional y corporativa.
El McKinsey Global Institute mostró en un estudio global que en 2011 la deuda total de Japón - la más grande del mundo desarrollado – equivalía a un 512% de su PIB (más de cinco veces del total producido por su economía en un año). El segundo en el ranking era Reino Unido con un 507%. Estados Unidos "sólo" tenía un 279%.
Según el economista Ismail Ertgurk, catedrático de sistemas bancarios de la Universidad de Negocios de Manchester, este predominio financiero es visible en los programas monetarios que llevan adelante los bancos centrales de Estados Unidos, el Reino Unido y la eurozona.
"Los bancos centrales se están endeudando peligrosamente para rescatar al sector financiero. Mientras el sector financiero persiga sus fines de ganancia a corto plazo y no financie el sector productivo no podremos salir de esta crisis", le explica a BBC Mundo.
Lo viejo y lo nuevo
En los 80 el neoliberalismo parecía lo nuevo. Hoy es lo viejo, pero sigue funcionando en piloto automático porque hay muchos intereses en juego y nadie sabe claramente con qué sustituirlo.
"Se ven por el momento políticas dispersas, una búsqueda, pero sin un paquete de medidas que defina un programa. La tendencia histórica es el péndulo. El keynesianismo de los años 30 apareció luego del laissez faire ultraliberal que había dominado desde el siglo XIX. Este ultraliberalismo se impuso en los 70 con la crisis del sistema de planificación estatal de la economía", indica a BBC Mundo Eduardo Plastino, analista senior de la consultora británica Oxford Analytica.
Por el momento este movimiento pendular parece encontrar una fuerte resistencia en la misma financialización del sistema (la creciente importancia de actores e instituciones financieros en la economía como fuente de ganancias), que tiene una serie de mecanismos de endeudamiento en marcha para seguir pateando la crisis hacia adelante.
Si antes de la caída del Lehman Brothers la deuda se centraba en el sistema financiero privado, ahora se ha desplazado otra vez al Estado, sea por vía de la deuda soberana o la deuda que están contrayendo los bancos centrales con sus programas de rescates de bancos y su emisión de dinero electrónico, conocida técnicamente como "aceleración cuantitativa" (quantitative easing).
A estos márgenes de maniobra que todavía tiene la financialización mundial se le agrega, según Gabriel Palma, la debilidad de una visión alternativa.
"En los 30 el crack financiero dio lugar al New Deal de Roosvelt y a la hegemonía del keynesianismo. El problema hoy es que ha habido un vaciamiento intelectual de la izquierda posterior a la caída del muro de Berlín. En Europa la misma izquierda terminó comprando el discurso neoliberal. El Blairismo en Reino Unido es el mejor ejemplo de este vaciamiento", dice Palma.
El jardín de los senderos que se bifurcan
Con este panorama de fondo, la economía mundial tiene un camino de senderos que se bifurcan.
Ejemplo de continuidad es el acuerdo firmado el domingo 6 de enero por el Comité de Basilea sobre Supervisión Bancaria (que reúne a los bancos centrales del mundo).
El Comité flexibilizó en el tiempo y las condiciones la reforma bancaria que había acordado previamente para evitar crisis como la de 2008.
Según el Comité, los encajes (capital mínimo que el banco debe tener disponible para enfrentar corridas) exigidos por la reforma podían poner en peligro la economía mundial al secar la capacidad crediticia de los bancos que tendrían menor dinero disponible para prestar.
A falta de un convincente propuesta alternativa, por el momento el sendero que apunta al cambio sólo puede ocurrir con una repetición y profundización de la crisis, algo que muchos consideran inevitable con el actual modelo.
"La crisis se va a repetir porque el modelo que produjo la caída de Lehman Brothers no ha cambiado. Lo que se necesita es un nuevo modelo que contemple un cambio de reglas de juego tanto en el tema de la propiedad de los bancos como en el de su funcionamiento. No va a ser fácil", le comenta a BBC Mundo Ismail Ertgurk.
Fuente: BBC Mundo
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