Con una inversión inicial de US$50 millones, busca competir en un segmento en el que pisan fuerte Mercado Pago, First Data y Prisma.

 

La nueva herramienta digital de la mayor emisora de tarjetas de crédito de la Argentina se apalancará, en un primer momento, con los clientes que ya utilizan los plásticos de Naranja. Entre otras herramientas, permitirá realizar pagos con el teléfono celular a través de códigos QR, cargar tarjetas de transporte en todo el país y comprar dólares en cualquier momento con los fondos alojados en esa billetera.

 

Naranja hoy cuenta con alrededor de cinco millones de clientes y nueve millones de plásticos emitidos, y ese será el universo de clientes inicial. En el futuro, indicó Irigoyen, la idea es avanzar en la "interoperabilidad" para que la plataforma Naranja X pueda ser vinculada con cualquier otra entidad bancaria o tarjeta de crédito o débito.

Además del flujo de dinero vinculado a las tarjetas Naranja, los usuarios de la nueva tarjeta digital pueden "cargar" de dinero en su cuenta a través de entidades de cobro como Pago Fácil o mediante transferencias bancarias. En ambas funcionalidades, se utiliza la CVU (Clave Virtual Uniforme, la CBU del mundo virtual), un código de identificación exclusivo que el usuario recibe al descargar la aplicación y registrarse en la plataforma.

 

Para comenzar a utilizar los productos y servicios financieros de Naranja X, solo hace falta descargar y registrarse en la aplicación, que es gratuita. A modo de incentivo, la compañía ofrece a todo aquel que se registre un seguro gratis para su teléfono celular (de Seguros Galicia), que arranca en $4000 por rotura de pantalla, pero se incrementa en la medida que se hagan transacciones dentro de la aplicación.

 

Según destacó Irigoyen, la normativa de "interoperabilidad" vigente en el país incentiva a una convergencia de los distintos jugadores del sector. "Podríamos ir hacia un escenario de un único QR, pero da la sensación de que la industria está impulsando múltiples. La interoperabilidad lo que permite es que desde una única billetera se pague en cualquier de esos QR del sistema, que se crucen. Ahora, si va haber un gran ganador o múltiples, no lo sé", señaló el ejecutivo, quien manifestó que hoy ya tienen presencia con este sistema en alrededor de 500 locales.

 

Irigoyen citó un informe de la consultora Kantar que señala que el 60% de los argentinos ha consumido productos o servicios financieros a través del teléfono celular en el último tiempo. Según indicó, lo casos de uso más frecuente de las billeteras virtuales en el país son el pago de facturas y la recarga de las tarjetas de transporte público. "Después varía por plaza: el pago con código QR está ganando bastante fuerza en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Gran Buenos Aires. No así en el interior del país, donde se usa más como un servicio de remesas: personas que se conocen usan el QR para enviarse dinero", apuntó.

 

Naranja X decidió responder a una demanda del mercado argentino, que se exacerba en momentos de incertidumbre como el actual: la compra y venta de dólares en cualquier momento. Según anticipó Irigoyen, la plataforma permite la operatoria durante las 24 horas, y propone "el mejor precio del mercado", con una brecha entre tipos de cambio que, anticipó, no superará los 40 centavos.

 

Del mismo modo que ya lo permite Mercado Pago, Naranja X ofrecerá la posibilidad de recargar la tarjeta de transporte Sube o cualquier otra tarjeta prepaga de transporte del país, a excepción de las que se utilizan en las provincias de Santiago del Estero y Formosa. Las recargas realizadas con dispositivos que utilicen el sistema operativo Android (el 80% de los aparatos en la Argentina) podrían culminar el proceso dentro de la aplicación. En cambio, quienes tengan Iphone necesitarán acreditar el saldo en un tótem habilitado o pedir asistencia a algún otro usuario con Android. Sin embargo, los fondos alojados en la billetera no ofrecen, por el momento, un retorno financiero, funcionalidad que sí ofrece la billetera de la empresa fundada por Marcos Galperin.

 

Fuente: LA NACION