Mientras tanto, el escándalo crece al conocerse que dos bancos filipinos acusan a la empresa de falsificar documentos que los acreditan como supuestos clientes. Los inversores mantienen la desbandada, y Wirecard se derrumba por segundo día consecutivo en Bolsa, hasta rozar de nuevo el 50%.

 

La supervivencia de todo un integrante del índice selectivo de la Bolsa de Fráncfort, y una de las empresas tecnológicas europeas de mayor crecimiento en los últimos años, corre serio peligro. En 48 horas su situación ha sufrido un vuelco radical.

 

Sólo en la jornada de ayer, fruto de su derrumbe del 62% en el Dax, perdió más de 7.700 millones de euros en Bolsa. Esta sangría y el 'agujero' de 1.900 millones de euros en su balance aflorado por los auditores ponen en jaque a la empresa especializada en tecnologías de pago.

 

La espiral bajista en su cotización, además, continúa en la sesión de hoy. Los inversores mantienen su huida ante el temor a sufrir las consecuencias de un desenlace fatídico para la empresa. La desbandada se traduce en un derrumbe adicional próximo al 50% en el Dax alemán.

 

El resultado de estas dos jornadas de hundimiento en Bolsa es un desplome en su capitalización por debajo incluso de la barrera de los 3.000 millones de euros. La desbandada en masa de los inversores está cerca de restar 10.000 millones de valor en Bolsa a la empresa en apenas dos días.

"Fraude de proporciones considerables"

 

Los inversores se temen lo peor con el rumbo que están adoptando las novedades sobre Wirecard en las últimas horas. La imagen de la empresa queda muy tocada.

 

Si ayer la empresa reaccionó a las noticias del presunto fradue con la suspensión de su director de operaciones, este mediodía ha sido el propio Markus Braun quien ha dimitido como consejero delegado del grupo tecnológico. El cargo de CEO lo ocupará ahora de forma interina James Freis.

 

El hasta ahora máximo directivo de la empresa alemana, Markus Braun, se había defendido al ataque, y en su último mensaje como CEO había anunciado la posibilidad de iniciar una demanda. En un mensaje en video antes de su dimisión aseguraba que "no descartamos que Wirecard sea víctima de un caso de fraude de proporciones considerables". En ningún momento identificó sin embargo a los presuntos responsables de este fraude.

 

El escándalo aumenta con las acusaciones lanzadas por parte de dos bancos filipinos incluidos en las cuentas de Wirecard como presuntos clientes. Las dos entidades filipinas, BPI y BDO, niegan relación alguna con la empresa alemana, y descartan rotundamente que sean clientes de Wirecard. Ante estos hechos, acusan a Wirecard de falsificar documentos sobre su presunta relación contractual, así como de falsificar las firmas de directivos de los bancos.

 

Las advertencias trasladadas ayer por los auditores de EY apuntaban a prácticas contables que podrían haber inflado los ingresos de Wirecard. Según EY, los balances de la empresa son especialmente "espurios", y en ellos no hay evidencias que permitan constatar la existencia de 1.900 millones de euros incluidos en sus cuentas. Ante este 'agujero', los auditores no han podido certificar unos resultados que en el día de ayer sufrieron el cuarto retraso en la fecha de publicación.

 

El escándalo de Wirecard corta de raíz el creciente atractivo que había adquirido la empresa en un mercado, el europeo, que carece a diferencia del estadounidense de grandes empresas tecnológicas cotizadas. Su crecimiento, y el respaldo de los inversores, le habían permitido el año pasado dar el salto al índice selectivo de la Bolsa de Fráncfort, el Dax.

 

Fuente: Expansión