Según los últimos datos disponibles, las entidades cuentan con casi 49.800 cajeros en toda España.

 

Desde el año 2016 los bancos habían venido incrementando o manteniendo estos dispositivos tras el significativo ajuste de los ejercicios de la crisis financiera, con el objetivo de que los usuarios realizaran las operaciones en vez de hacerlo en las sucursales para liberar el tiempo de los trabajadores a funciones de valor agregado, por ejemplo, la venta de fondos de inversión. 

 

Aunque, en 2020, esta tendencia se corto y el volumen de terminales cayó en 600 unidades bajando del umbral de los 50.000, sobre todo por la retirada efectuada desde la irrupción del coronavirus. 

 

En el tercer trimestre del año pasado, el descenso fue del 2,7% interanual, algo superior al 1,6% de los tres meses precedentes.

 

La intención de los bancos ahora es que los clientes dejen de utilizar en la medida de lo posible los cajeros y operen mayormente por internet, una práctica que ha crecido exponencialmente después de las restricciones y limitaciones de movilidad.

En momentos de poca rentabilidad para las instituciones fincancieras, es importante destacar que los  terminales ATM tienen un costo elevado para el sector, ya que consumen electricidad, tienen que tener un mantenimiento de recarga de dinero y tecnológico. Además, aquellos que se encuentran  instalados en las fachadas a pie de calle, están gravados con un impuesto especial.

 

Este proceso de eliminación de máquinas, según fuentes del sector, continuará por todos estos factores, aprovechando el cierre de sucursales que se avecina, aunque será menos profundo que el de la red, ya que consideran que es un servicio esencial. BBVA, por ejemplo, anunció que cobrará 2 euros de comisión por la retirada de menos de 2.000 euros en las ventanillas de todas sus sucursales.